El concepto de sustentabilidad ya ha sido lo suficientemente difundido, sin embargo, la complejidad es llevarlo a cabo, compite con un formidable enemigo, el consumo.
El consumo, aspecto socialmente estimulado por todos los medios comerciales, marketing y publicidad, conduce inevitablemente a la destrucción de recursos naturales, aumento de residuos, no sólo tóxicos, en muchos casos, sino de un volumen ya incontrolable, y principalmente al gasto energético.
Lo que por una parte parece una bonanza económica, se vuelve, a la larga un mal peor.
Por ahora, los que sostienen el peso de cambiar las cosas, además de los científicos que intentan el principal insumo, la energía, es la construcción de una vida que contemple la realidad energética, la arquitectura, la urbanización de las ciudades, y sobre todo, la educación de la población para asumir el rol que implica el proceso.
Ya hay propuestas arquitectónicas que intentan sobrellevar la carga.
Una de estas propuestas, los jardines verticales, una propuesta que promueve convertir los edificios en usinas de saneamiento ambiental, con la siembra de jardines en las paredes que purifiquen el vecindario. Dentro de la misma propuesta, los techos verdes; el problema de ambas propuestas son el mismo soporte; paredes y techos preparados para esa actividad, hace que los edificios actuales no puedan sumarse, ya que preparar los viejos edificios para las filtraciones, elementos corrosivos e incluso microclima que se genera, no parece viable económicamente, y sobre todo, no parece que hubiera intenciones de generar tales acciones en un momento en que los inmuebles sufren procesos de burbuja inmobiliaria en países donde tales inversiones son posibles.
Al construcción sustentable implica espacios de inclusión, viables económicamente y que den cuenta de la evolución social, que tenga en cuenta incluso, el futuro, con conciencia de que los problemas energéticos son los más acuciantes en la actualidad.
Creo, proyectar, torcer la urbanización de las grandes ciudades, además de la posibilidad económica está la posibilidad política; los objetivos sociales de la construcción sustentable es a largo plazo, y depende de la conciencia social de los que hoy tienen el poder de tomar decisiones sobre este aspecto.
Por otra parte, tanto con responsabilidad o sin ella, el consumo es el gran motor, decanta en gran cantidad de residuos, usos excesivos de la energía y derroche no controlado, con la consecuencia de generación de espacios poco saludables, polución, agujero en la capa de ozono, producción de CO2, todos los males modernos.
El consumo se fagocita a sí mismo, produce la situación de autodestrucción que evita que pueda continuar, y a su vez, es el consumo el que posibilita que haya propuestas de construcción sustentable.
Quién sabe, sea posible que en algún momento, los gobiernos comiencen a darse cuenta que no sirve de mucho un planeta con desequilibrio entre países pobres y países ricos, donde en unos no hay posibilidades de tener en cuenta que los recursos no es que meramente se agotan, sino que impactan negativamente y afectan a los otros, a pesar de los esfuerzos por contener el daño.
En Argentina, recientemente se está impulsando el reciclado de materiales, la separación de la basura, construcción inteligente respetando la naturaleza, y cada uno dentro de sus posibilidades deberá implementar su pequeño aporte.
El futuro se construye hoy, y hay que empezar con nosotros mismos.